VIVIENDAS COLECTIVAS, UNA PROPUESTA PARA UNA VEJEZ MÁS FELIZ
La vejez no debe significar soledad, tristeza y enfermedad. Es posible llegar a esa edad al lado de amigos con quienes compartir buenos momentos, gastos y la tranquilidad de contar con un hogar seguro.
“Los ancianos pueden decidir cómo quieren vivir y mejorar su calidad de vida, es cuestión de organizarse”, aseguró Margarita Maass Moreno, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
México es un país que envejece: según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en el segundo trimestre de 2022 había en México 17 millones 958 mil 707 personas mayores de 60 años (el 14 por ciento de la población) y se estima que para 2050 habrá 33.4 millones para 2050, según proyecciones demográficas realizadas a partir del censo 2020 del INEGI.
Esa conversión en la pirámide poblacional trae consigo cambios sociales que complicarán la calidad de vida de dicho sector etario.
Para palear tal situación existe el modelo cohousing, surgido en Dinamarca en los años 60 del siglo XX, cuando las parejas de ese país comenzaron a tener menos hijos y a quedarse solos. Para no transitar la vejez en soledad los ancianos daneses comenzaron a juntarse con personas en su misma condición a fin de vivir en comunidad.
Al enterarse de esta propuesta, el arquitecto Charles Durrett empezó a difundirlo y a trabajarlo teórica y metodológicamente, además de que lo sistematizó en términos de conocimientos, información y teoría social a fin de establecer cómo deberían organizarse los habitantes de estas viviendas colaborativas, las características de los espacios colectivos y particulares, así como las reglas del lugar.
Hoy, el cohousing es un modelo aplicado en varios países de Europa, sobre todo en España. “En la Universidad Complutense de Madrid se estudiaron las ventajas de estas viviendas colaborativas. Una de las conclusiones es que ha retrasado 10 años la edad biológica de las personas, es decir, si yo tengo 60 años mi cuerpo es el de alguien de 50 según el metabolismo interno de mi organismo. Ello se debe, en gran parte, a que la gente vive contenta”, relata Maass Moreno.
La académica, que trabaja aspectos relacionados con la vejez y el envejecimiento en el CEIICH, inició el cohousing hace 16 años en México con un proyecto enfocado en viviendas colaborativas. “Organizamos a grupo de 30 adultos mayores para generar un esquema viable en el país; estamos en una primera aproximación”.
Dicha iniciativa lleva el nombre de LaGuancha y se localiza en Malinalco, municipio del Estado de México. Se trata de una vivienda colectiva en cuya construcción se utilizaron ecotécnicas para levantar muros de arcilla, paja y baba de nopal, castillos de madera y techos de bambú y teja, respetando siempre los árboles y especies endémicas.
Este complejo —ya en funcionamiento— reúne a parejas de amigos hoy jubilados que se sumaron a la iniciativa cuando estaban activos laboralmente y decidieron desde dónde adquirir el terreno hasta cómo serían las áreas comunes (que incluyen un huerto) y las cabañas individuales. Así, poco a poco, construyeron un espacio para pasar una vejez activa y en compañía.
De acuerdo con la especialista se trata de un modelo aplicable a cualquier clase social. “Si el grupo se organiza y juntan recursos podrán establecer las características de sus casas y espacios públicos. Es una muy buena opción”, aseguró.
Hoy, LaGuancha es uno de los 18 grupos mexicanos devivienda colectivas que forman parte de una red asesorada por la UNAM desde el Seminario Cohousing, impartido dos veces al año en el CEIICH por arquitectos, psicólogos, abogados, nutriólogos y comunicólogos que proporcionan información que va desde cómo formar el grupo y elegir el terreno, hasta como atender aspectos legales, de administración y construcción.
La historia de Cristina y Tesha
Cristina Palacios y Tesha Martínez son dos mujeres de 78 y 64 años que se sumaron al proyecto de LaGuancha a fin de romper con los estigmas y prejuicios de la vejez. “Ni mi esposo ni yo queríamos ser una carga para mis hijos; ellos están en plena época productiva, tienen niños y deben de vivir a su ritmo, no al nuestro”, explica Cristina.
Por su parte, Tesha comparte que no quería pasar lo que los ancianos que conoce. “Tengo un papá de 89 años, una tía y una suegra adultos mayores y cada uno, aunque en circunstancias diferentes, vive una senectud difícil. Yo buscaba algo diferente”.
Este par de amigas ya tienen su casa construida y disfrutan de pasar el tiempo “juntas, pero no revueltas”; ambas coinciden en que la plática es a lo que más dedican tiempo. Tesha confiesa sentirse privilegiada de pertenecer a este proyecto, “creo que va a ser de gran éxito para quienes se sumen, por eso vengan a conocerlo”, finalizó. Para información sobre el seminario y asesorías del modelo cohousing se puede escribir a margarita_maass@yahoo.com.mx