El matrimonio es cosa de dos

Read Time:4 Minute, 45 Second

No se puede hablar del éxito de una pareja, si no se da ese gran paso del “yo” al “nosotros”, ya no se trata de un ser como ente independiente, ahora es un binomio, en las buenas y en las malas, y nadie nos ha obligado a ello, fue una simple decisión que se tomó.

Rigo Tovar decía en una de sus canciones: “Quiero que seas para mí, mi amiga, mi esposa y mi amante”, y eso es lo que es preciso dejar en claro, eso es lo que todas las parejas quieren, hombres y mujeres, anhelan formar esa triple dupla, lo malo, es que, en la mayoría de los casos, no sucede así, las razones, múltiples y variadas.

Cuando una pareja, decide unir y compartir sus vidas mediante el matrimonio, esperan que el otro sea un amante, en todos los aspectos, madre, compañera, cómplice, en fin, que se complemente, tanto ella como él, padre, compañero, cómplice, amante.

La realidad es que, con el tiempo el amor pasa por diferentes etapas: se transforma, se estanca o crece, de acuerdo a la forma en que ambos hayan alimentado la relación.

No importa el intelecto, clase social, o nivel económico, cuando la mujer se siente invadida por un vacío interior que antes era llenado por el amor de su esposo y que ahora busca ocupar con proyectos de vida en los que él se haya excluido, algo se ha roto para siempre.

Un sin número de relaciones de pareja han terminado por no saber expresar el amor de manera adecuada, por no valorar la esencia de la persona.

El amor auténtico mira a toda la persona y a todo en la persona, cuerpo y vida interior, con virtudes y defectos, coincidencias y divergencias.

En el matrimonio se deben agotar todas las formas de comunicación: verbal, visual, sensitiva… en una palabra, comunicación integral.

Cuando un hombre y una mujer comparten la vida sin vivirla, y unen sus cuerpos sin comunión de sus almas, es tiempo de preguntarse, ¿qué ha pasado con el amor?, ¿en qué momento del camino y por qué se perdió?

Reiniciar, recuperar o reparar una relación dañada es cosa de dos, cuando las muestras de afecto recibidas por cualquiera de los cónyuges no son valoradas por el otro, se corre el riesgo de crear rupturas insalvables en la relación.

Es ahí, cuando no se pasa del plano del “yo” al “nosotros” no se tiene nada que ofrecer.

Que difícil resulta y cuan a menudo olvidamos utilizar la empatía y ponernos en el lugar del otro, tratar de comprender y valorar al cónyuge permitirá que el amor permanezca firme.

Una de las constantes quejas de la mujer se refiere a las necesidades afectivas no satisfechas por su pareja; el hombre también se queja con frecuencia y se manifiesta insatisfecho.

En el matrimonio, como en cualquier relación interpersonal, se requiere dar y recibir, se necesita que se involucren dos; mientras no se aprenda a descifrar los lenguajes del cuerpo (el mío, el tuyo, el de ambos), mientras no se reconozca en las inflexiones de voz de la pareja, sus diferentes estados de ánimo, mientras no se vea en sus ojos la llama viva de amor, no podremos hablar de un amor pleno.

La mujer tiende a decir a su pareja mentiras sexuales tales como: “Me haces muy feliz”, “Estoy satisfecha”, encubriendo de este modo sus verdaderas necesidades afectivas.

El día que ésta se convenza que la intimidad de dos seres que se aman consiste no sólo en hacerse partícipes de sus sentimientos, pensamientos y emociones, sino también de sus cuerpos, se realizará entonces una verdadera comunión entre ambos.

Cuando es el hombre el que elige posturas de indiferencia, de machismo, de hermetismo, de orgullo, renuncia a la entrega y al amor ofrecido por su mujer.

Todas las parejas enfrentan diferencias en algún momento de sus vidas, lo importante es dialogar inteligentemente y pedir lo que necesitamos y esperar que en un tiempo prudente el cónyuge responda a nuestros requerimientos, antes de que la relación se llene de amargura y se convierta en una gran carga para ambos.

El amor no es privativo de las relaciones que inician, o de la juventud, existen matrimonios con muchos años de casados que conservan vivo su amor.

Sin embargo, cuando en un matrimonio se da por un hecho que el amor siempre estará ahí, y deja de alimentarse, surge el peligro de perder a la pareja.

Si en la convivencia diaria con su pareja encuentra usted uno o más elementos presentes de los que aparecen a continuación, en su relación existe peligro:

Ha dejado de mirar a los ojos.

Ya no busca la intimidad.

Es indiferente a su presencia y a lo que le sucede.

En momentos especiales, preferiría estar a solas o compartiendo con alguien más.

Se refugia en la compañía de sus hijos.

Ha dejado de escuchar, de interesarse por lo que siente, hace o piensa su cónyuge.

Esté usted alerta a estos signos de debilitamiento del amor. “En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno, y no obstante siguen siendo dos”.

Lo que debemos ofrecer en el matrimonio:

Todos los seres humanos necesitamos de las caricias para sobrevivir, si es usted de los que no saben brindarlas, corre el riesgo de quedarse solo.

Exprese su amor en todas las formas posibles: con palabras, a través de su cuerpo, mediante actitudes y detalles.

Empiece por dar a su pareja lo que a usted le gustaría recibir.

Aporte todos los días algo nuevo a su relación; si en realidad ama, viva para demostrarlo.

¿Y usted… cómo se comporta en pareja y qué piensa de la pareja?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Previous post TERE JIMÉNEZ, RECTORES Y LA EMPRESA IMPROVING FIRMAN CONVENIO; UNIVERSITARIOS ENFOCADOS A NUEVAS TECNOLOGÍAS TENDRÁN ACCESO A MEJORES OPORTUNIDADES
Next post REFUERZA MUNICIPIO OPERATIVO DE LIMPIA EN EL CIERRE DEL QUINCENARIO DE LA ASUNCIÓN 2024