Díaz Silva: La peor de todas las inútiles

Y ya que hemos estado hablado de la incapacidad, inutilidad y falta de méritos de los funcionarios de la administración de la UNAM, comenzando por el doctor Leonardo Lomelí Vanegas, el rector, siguiendo con el licenciado Salvador Anguiano, su secretario particular, sin olvidarnos de la maestra Ivonne Ramírez Wence, directora General de Administración Escolar.

Se llega a la conclusión de que de todos ellos no se hace uno y una prueba de ello es que, de los deshechos que se recaban de estos incompetentes surge un personaje que de verdad llama la atención, su nombre María Guadalupe Díaz Silva, directora de Enlace Institucional y Relaciones Públicas, un título rimbombante para ocultar su incompetencia.

Este personaje que no tengo la más puta idea de qué es lo que enlaza y que tipo de relaciones públicas lleva, no sólo es incapaz de escuchar y atender, sino que además es amargada, déspota, arrogante y pedante, algo que en relaciones públicas no funciona.

Además, para cubrir su inutilidad, la “señora” investiga a los periodistas que acuden a ella, haciendo llamadas a la redacción para obtener información sobre de ellos.

¿Lo hace para tapar sus deficiencias? O acaso lo hace para justificar que de una o de otra manera hace algo, sea cual fuere el motivo, a la “señora” se le olvida algo, los periodistas investigadores, como su servidor, no acostumbramos a cargar con la credencial y mantenemos nuestra identidad fuera del radar, por razones obvias y sobre todo de seguridad personal.

Sólo que esta “señora” no tiene ni dos dedos de cerebro para entenderlo y mucho menos tiene la educación y la capacidad para escucharlo, de ahí que su mente estrecha e incapaz, le permita asimilar que ya no vivimos los años en los que ella se inició llevando y trayendo mensajes en las oficinas donde comenzara.

Ahora, la modernidad y la inseguridad nos obliga a trabajar de manera diferente, ahora debemos cuidar nuestra integridad física y nuestra seguridad personal y familiar.

Algo para lo que la “señora Díaz” no está capacitada para tener esa plática, su mente estrecha y cuadrada o es capaz de ver que existen ángulos que no conoce ni tiene la más remota idea de que existen y está en funcionamiento todos los días.

Es por eso que, si los anteriores funcionarios que he venido mencionando en estas líneas son inútiles para la comunidad estudiantil, la peor de todos ellos es la tal Guadalupe Díaz.

Dicen que con la vejez viene la pendejez, tal vez el mejor ejemplo de ello sería la “señora Díaz”, en la que no sólo se escudan los inútiles que están por encima de ella, sino que, además, la tal Guadalupe se esmera en demostrar su inutilidad.

En pocas palabras, si los demás son unos buenos para nada, la “enlace” es la mala para todo, eso me hace preguntarme, ¿para que carajos la tienen si no funciona?

Vamos, ni investigando a los reporteros que acuden a ella en espera de ayuda, la cual no sólo nunca llega, sino que además son escaneados por este nefasto personaje.

¿Ante quién habría que acudir para que hagan una limpia general en la UNAM?

¿Qué autoridades tendrán la visión de darse cuenta de que la administración de la casa máxima de estudios del país, no está funcionando como debería?

Ya es el momento de hacer algo por el bien de la comunidad estudiantil, hay que modificar sus reglamentos que hasta la fecha no funcionan como es debido.

Y sobre todo, hay que cambiar a todo ese personal que solo hace huesos viejos en su cargo, esperando: ascensos y mejores prestaciones y salarios, sin importarles que los estudiantes no tengan un apoyo que los auxilie en sus necesidades.

Hay que llamar a cuenta a todos estos inútiles que no sirven para nada y hay que inyectar sangre nueva y menos corrupta a la institución, no hay que olvidarse que es renovarse o morir y tal parece que estos infelices mantenidos se quieren morir en el cargo, aunque o funcionen para nada en ayuda de los estudiantes.

No importa quién lo haga, sólo que debe hacerse de inmediato, a no ser que el sindicato de la UNAM sea más fuerte que cualquier autoridad que reclame que sus empleados cumplan con el trabajo para el que fueron contratados.

Ya está bien de mantener a tanto huevón y huevonas, que desquiten lo que cobran, que no son centavos, que funcionen como debe de ser, para eso son funcionarios.