De sangre azul y negra
Enemigos por antonomasia, hermandados por la violencia, con ideales distintos, buscando un mismo fin, luchando contra el mismo enemigo y teniendo el mismo destino, muerte por violencia.
Así es la convivencia de reporteros y policías, así es el enfrentamiento continuo entre los que buscan preservar la paz y terminar con la delincuencia y los que pretenden informar la veracidad de los hechos que, en muchas de las ocasiones, los enfrentan.
Los reporteros y reporteras, con más frecuencia de la necesaria, buscan el apoyo de los guardianes del orden, de los uniformados que la mayoría de las veces, se prestan a auxiliar a los que realizan un trabajo informativo.
Ninguno de los dos bandos, son perfectos, ni los comunicadores, ni los agentes de la ley, al final son seres humanos con aciertos y errores, con la salvedad de que, los periodistas, muchas de las ocasiones, tal vez por un mal enfoque, o tal vez con alguna encomienda, buscan con vehemencia los errores o las fallas de los uniformados.
Y los vestidos de azul, por desgracia, cometen esas fallas, tienen esos errores que se magnifican cuando son plasmados en letras, cuando van acompañados de fotografías o vídeos, y entonces, la condena es total, el criterio se unifica y nadie se salva.
Si un policía es corrupto, toda la corporación tiene que serlo, ¿por qué? Pues porque las personas no comprenden que en todas las profesiones hay manzanas podridas que provoca en las personas, la concepción de que todas las manzanas del cesto, están podridas.
Mentira, eso no es más que mentira, así como existen los malos elementos en las corporaciones policiales, así también existen los malos reporteros, los malos sacerdotes, los malos médicos, los malos abogados, los malos contadores, y pueden seguir la lista como quieran.
Aunque no por eso, se debe medir con la misma vara, a todos, y un ejemplo muy claro es, que los policías que han sido sacrificados por el crimen organizado, o por la delincuencia citadina, o por la violencia que impera en el país, no todos tenían un negro pasado, por el contrario, a muchos de ellos, si no es que, a la mayoría, los ejecutaron por no haber aceptado “voltearse”, corromperse, venderse al mejor postor.
Decenas de policías ejecutados mientras se encontraban fuera de servicio, cazados y asesinados a traición, de manera cobarde y artera, hombres y mujeres que han quedado en la calle, como una clara señal de que lo delincuentes no se piensan detener, como un claro mensaje de que los asesinos están por encima de la ley y de todas las estupideces del discurso.
Lo mismo esta sucediendo con los alcaldes, o demás políticos que han caído a manos de la delincuencia, que son víctimas de la violencia, personas que, en una verdadera entrega a sus actividades, buscaron formas y métodos de enfrentar a esas bandas criminales.
Y no es menos aún, suponer que el mismo patrón se puede aplicar a los reporteros, las cinco muertes de los informadores en estos dos meses del año, indican claramente que eran personas entregadas a su labor y que por denunciar las porquerías de las que eran testigos, fueron ejecutados, digan lo que digan las autoridades, que siempre están cubriendo y encubriendo al que les paga mejor o al que les deja mejores beneficios.
No es posible que México sea el país más peligroso del mundo para ejercitar el periodismo, ni que estuviéramos en guerra, y aún así, los combatientes, los que en realidad luchan por su país, respetan a los medios de comunicación, ya que saben que son los que reportan a diario lo sucedido en los campos de batalla.
No es posible que en un país en el que tenemos paz y estabilidad social desde hace muchos años, en los últimos tres nos estemos hundiendo en la porquería, y todo porque no se quiere ver la realidad que vivimos, todo porque tienen atadas de manos a las corporaciones de la ley.
Sería hermoso que reporteros y policías se hermanaran para hacer un solo frente, que luche contra ese gobierno que los tiene agarrados de los tanates y que no los deja trabajar como debería de ser en un país que se respete y que respeta las instituciones.
Dicen por ahí, los que saben de esto, que: “En situaciones extremas, medidas extremas”, y eso es lo que se debe de hacer, demostrar que nadie, absolutamente nadie está por encima de la ley.
Y no es con discursos estúpidos e imbéciles como se combate la violencia, no es desde una oficina o un despacho donde se va en contra de la delincuencia que no tiene respeto por nada ni nadie.
Ya no es posible seguir viendo manifestantes o delincuentes, agredir y humillar los uniformes que representan a la autoridad, no importa si son marinos, soldados, guardias nacionales, policías municipales, o policías estatales, todos merecen respeto por el uniforme que portan.
Todos estos uniformados que representan la autoridad y la seguridad, deben contar con mayor apoyo de los políticos ineptos que presiden las cámaras, o que son los que toman las decisiones desde la tranquilidad de sus oficinas.
Ya basta de tanta politiquería, ya basta de tantos discursos estériles y carentes de sustento, ya basta de tanta estupidez, se debe recuperar el respeto por las instituciones, por sus representantes y lo que es más, todo eso debe comenzar desde la presidencia.
El personaje que ocupa la silla presidencial, que no sólo ha demostrado su ineptitud, sino que además se esfuerza por mostrar su ignorancia, la cual suple con mentiras, debe ser el primero en poner el ejemplo y respetar a todas y cada una de las instituciones, aunque, principalmente, debe respetar y obedecer la constitución, tal y como lo juró hace tres años.
No es cambiando la constitución a capricho, como lo ha venido haciendo, como va a remediar la situación del país, no es burlándose de la ley, como lo ha demostrado en varias ocasiones, como va a lograr lo que, por su falta de capacidad, no ha logrado.
Que comience, tal y como lo ha dicho en sus discursos, barriendo las escaleras desde arriba, acabando con la corrupción de sus allegados, de los que, se siguen acumulando las denuncias en su contra.
Dice que respeta al ejercito y a la marina y no lo demuestra ya que los tiene como su cuadrilla multiusos en lugar de emplearlos para lo que estudiaron, para lo que se prepararon, para lo que se alistaron al momento de buscar su alta en cualquiera de estas dos instituciones.
Y mientras, él se regocija y se llena la boca con mentiras y engaños, el país se desmorona, los muertos se siguen acumulando, la inflación avanza sin que nada la pueda frenar y lo que es peor, no hay crecimiento económico y mucho menos empleo.
Lo que es peor, los pocos empleos que hay, no ofrecen las garantías para que un trabajador pueda lograr una estabilidad económica en su hogar, los sueldos son miserables, para personas que en verdad trabajan, mientras que para los que nada más abusan del pueblo, prestaciones y sueldos que no se merecen.
Debemos dejar de satanizar todo lo que “creemos” que ocurre, sin ver la panorámica completa, no siempre es lo que parece, hay cosas que tienen otras explicaciones.
¿En qué país estamos viviendo? Tanto que se pregonaba por la transformación y nos están llevando a la destrucción, esto no es justo para todos aquellos que sólo anhelan tener un poco de estabilidad social y seguridad.
¿Y usted… aún sigue pensando igual que hace seis años y cree que el país cada día está mejor?