*Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien, con una es suficiente, por eso disfruta ahora, porque el ayer, ya se ha ido y el mañana, tal vez nunca llegue*
Marcial, caminaba por la calle, cabizbajo, deprimido, derrotado, sin ánimos de nada, sus pies, en lugar de dar pasos firmes, iban casi arrastrándose, ya no tenía fuerzas para seguir adelante, todo lo que había intentado había fallado.
A sus 30 años, con 1.60 de estatura, obeso, sin mayor atractivo físico, que su carácter amable, atento y educado, su disposición para ayudar a quién lo necesitara, su cordialidad para tratar a las personas que se encontraban cerca de él.
Su mala suerte comenzó, “tal vez en el momento en que nació”, pensaba él con pesimismo, lo cierto fue que, empeoró, cuando al inicio de la pandemia, perdió su empleo, un trabajo que había conseguido a base de esfuerzos y dedicación, lo despidieron como a muchos otros, quedó en la calle sin grandes posibilidades de conseguir otro lugar en donde laborar.
Cuando se lo contó a su esposa, ella, lejos de comprenderlo y apoyarlo, le gritó, lo reprendió, le dijo que era un fracasado, que nunca iba a lograr nada con esa actitud pusilánime, que no peleaba por lo que le correspondía y no sabía enfrentar las situaciones.
Marcial, soportó toda aquella arenga de insultos y descalificaciones, no tanto porque ella tuviera razón, sino porque la amaba, sí, a pesar de los cinco años que llevaban casados, la amaba como el primer día, era la mujer con la que siempre había soñado tener.
Si bien, ella deseaba tener hijos, el diagnóstico médico fue, que él era estéril, una rara enfermedad en su niñez, lo había dejado incapaz para procrear.Cuando se enteraron, ella, lo apoyó, estuvo a su lado y le dijo que no importaba, que en algún momento dado podían adoptar a un niño y quererlo como si fuera de ellos. En ese momento su amor hacia esa hermosa mujer, lo hizo amarla aún más.
Por más que buscó trabajo, no pudo encontrarlo, la ciudad se encontraba en aislamiento, las medidas preventivas limitaban los movimientos de las personas y eso complicaba la situación económica por la que él estaba pasando.
Desesperado, contactó con uno de los pocos amigos que tenía y después de mucho rogarle, consiguió que le hiciera un préstamo, eso sí, con altos intereses.
Con ese dinero instaló un pequeño puesto de tortas en la calle, estaba decidido a salir adelante y luchar contra su mala suerte, sólo que no contaba con que aún le faltaban muchos tropiezos.
Una tarde, en que volvía de haber vendido sus tortas, un par de chamacos, montados en una motocicleta, le dieron un cerrón y lo asaltaron, robándole todo el dinero de las ventas, su celular y hasta una medallita que traía colgada al cuello.
Los siguientes días, fueron como una pesadilla, no sólo la presión de su “amigo”, el cual se enteró del asalto, para que le pagara los intereses, sino también la falta de dinero en su casa.
Y fue entonces, cuando la tercera ola se hizo presente, y Marcial, fue víctima del Covid, su diabetes, hizo que el desgraciado virus ingresara a su cuerpo y lo postrara en cama.
Ahí comenzó un largo peregrinar para que lo aceptaran en algún hospital, todos estaban saturados, en todos le decían que no había camas, que buscara en otro lado, y él, cada vez se sentía más enfermo, la tos, las altas temperaturas, los dolores de cabeza y en todo el cuerpo, aquello era como estar muriendo lentamente.
Cuando finalmente, después de tres días de vagar y mendigar por las puertas de los hospitales, logró que lo ingresaran en uno, la enfermedad se había complicado y lo enviaron a un ventilador mecánico, aquello fue como pasar del purgatorio, para ingresar al infierno.
Fueron casi tres meses los que estuvo bajo cuidados médicos, deseando la muerte, suplicando que se terminara ese largo suplicio en el que se encontraba.
Sólo que su mala suerte, aún le tenía preparadas más sorpresas, salió del hospital, parecía un muerto viviente, en ese tiempo que estuvo internado, no supo de su mujer, no sólo no había visitas, sino que además él no se enteraba de nada.
Cuando llegó a su casa, por sus propios medios y solo, se encontró con una sorpresa, su mujer lo había abandonado, en un papel que trató de ser una carta, ella le decía que ya no soportaba más todo lo que estaban viviendo y que se iba, que no la buscara.
Abandonado, sin amigos, sin familia ya que él había sido hijo único, seguramente sus padres ya no quisieron más hijos después de ver al que habían procreado, así lo pensó siempre el bueno de Marcial, quién se había quedado huérfano un año antes de casarse.
Lo que ahora estaba viviendo, era más de lo que él podía soportar, tenía que acabar con todo eso, y pensando en su situación, vio pasar dos semanas, mal alimentándose y recuperándose de la enfermedad que lo postró en la cama.
Ahora, caminaba por la calle dispuesto a terminar con su vida, había llegado a esa determinación al ver que las cosas no iban a mejorar para él y ya no se sentía con fuerzas para luchar.
Iba al metro dispuesto a lanzarse a las vías, justo al paso del tren, nada ni nadie le iba a quitar ese último gusto, tenía que hacerlo, ya no tenía esperanzas de nada.
De pronto, vio a un niño en la calle, vendiendo dulces y chicles, acercándose humildemente a las personas que cruzaban su camino, algunos se detenían y le compraban su mercancía, otros se seguían ignorándolo con un profundo desprecio.
Y entonces, Marcial, se sintió avergonzado, ese niño luchaba por sobrevivir, sin importarle el rechazo de las personas, sin arredrarse frente al frío, o a las inclemencias del tiempo, simplemente quería seguir vivo, ya que la vida es hermosa.
No, no se iba a matar, iba a luchar para salir adelante, de una o de otra forma buscaría oportunidades, ¿el amor? Si ya lo había encontrado una vez, ¿por qué no lo encontraría de nuevo?
Definitivamente la vida era bella a pesar de las vicisitudes que nos pusiera en el camino, la vida era bella y sólo se vive una vez, así que, no hay que rendirse, hay que luchar para salir adelante.
Aquellas ideas, repicaron en su cerebro, levantó el rostro, irguió la cabeza y aunque le representaba un esfuerzo, comenzó a caminar con paso firme, ahora iba a ser otro hombre, ahora nada ni nadie lo haría retroceder, iba a luchar por la vida y saldría adelante.
Decidido, avanzó por la calle, bajó la banqueta para cruzar al otro lado, a una nueva vida, a una nueva oportunidad y de pronto, un camión lo arrolló y lo arrojó varios metros hacia adelante, provocándole la muerte, casi, de manera instantánea, no había visto el semáforo en rojo y mucho menos al camión que venía a gran velocidad.
Unos segundos antes de morir, Marcial, pensó:
—Chin… qué mala suerte… ahora que todo iba a ser mejor.
¿Y usted… cree en la mala suerte o se fabrica su propia suerte?
Views: 53
Read Time:6 Minute, 1 Second
Más historias
💜🤍 Nos falta Armiz ! 💜🤍
Inflación en México repunta a 3.74%: lista de productos que más subieron de precio
De sangre negra y de sangre azul